Cuando contaba con ocho años de edad, residiendo en mi húmeda Ventanilla (hasta hoy), mi viejo acostumbraba a comprarse unos discos de salsa de grandes inalcanzables como Óscar de León, La Sonora Ponceña, Hector Lavoe y otros artistas de calibre universal que siempre vacilan a cual fiel salsero al mango o casual (O sea Salserín, Salsa Kids y otros, las pelotas). Linda infancia sonora. Llegué a la nada imberbe pubertad con canciones de La Charanga Habanera, Camaguey y La Caroband, colectivos que no tenían nada que envidiar a los anteriores, pero que iban en algunos casos a uno que otro cover. Y así avanzaba mi adolescencia escuchando canciones tropicales que me parecía haberlas oído de pequeño, mientras mi madre cocinaba para almorzar e ir en la tarde al Clavero. Pasé los 20 y la timba se puso a tan de moda que el 90% de temas, como sucede en la cumbia, son covers que, no niego que entretienen a muchos sin importar nada, pero soy de los pocos que se incomoda con la recurrente form...